sábado, 31 de diciembre de 2016

La lectura o la vida. Año 2016.






Como propósito de 2016, me dije que debería leer, al menos, 12 libros que me dejasen poso y me hiciesen disfrutar y dilatar el tiempo, pensar, reír, entristecerme, disfrutar. Lo pude hacer, y voy a recomendaros algunos.

Enero- "Sapiens". Un recorrido audaz por la historia de la especie a la que pertenecemos, los mecanismos que nos mueven más allá de nuestros mitos que nos dicen lo contrario y engañándonos, nos ayudan.

La literatura romántica suele presentar al individuo como alguien que brega contra el Estado y el mercado. Nada podría estar más lejos de la verdad. El Estado y el mercado son la madre y el padre del individuo, y el individuo únicamente puede sobrevivir gracias a ellos.

Millones de años de evolución nos han diseñado para vivir y pensar como miembros de una comunidad. Y en tan solo dos siglos nos hemos convertido en individuos alienados. Nada atestigua mejor el apabullante poder de la cultura.


Recomendado para leer por la mañana de un fin de semana, cuando la verdad anida lentamente en las cabezas somnolientas.

Febrero- "Cualquier otro día". Una pelea de pub entre charcos de cerveza, humo, gorras de beisbol y directos lanzados como si todos llevaran trajes de tweed. Una disección de la voracidad de las grandes ciudades, una encrucijada de la historia moderna de los Estados Unidos y una constatación de que las huelgas pueden hacer sufrir enormemente, pero al final sirven para algo. O servían, cuando no eran una performance.

Debido a las restricciones para viajar impuestas por el Departamento de la Guerra a la primera división de béisbol, la Serie Mundial de 1918 se jugó en septiembre y se repartió en dos estadios. Los Clubs de Chicago fueron el equipo anfitrión en los tres primeros encuentros, y los cuatro últimos se celebrarían en Boston. El 7 de septiembre, tras perder los Clubs el tercer partido, los dos equipos subieron juntos a un tren de la compañía Michigan Central Railroad para emprender un viaje de veintisiete horas, y Babe Ruth se emborrachó y empezó a robar sombreros.


Recomendado para leer por la noche, mientras el frio perfila los edificios en breves líneas de sombra.

Marzo - "El Reino". Las inquietudes teológicas de un escritor inseguro, con ciertos ramalazos fundamentalistas y, aunque vanidoso, pleno de talento para imaginar, apuntar, conjeturar que circunstancias concretas convirtieron una secta judía disidente en la guía moral e histórica de Occidente.

Al principio vemos llegar a un predicador itinerante que abre un modesto taller de tejedor. Sin moverse de detrás del bastidor, el hombre al que más adelante llamarán San Pablo teje su tela y, poco a poco, la extiende sobre toda la ciudad. Calvo, barbudo, fulminado por bruscos accesos de una enfermedad misteriosa, cuenta la historia de un profeta crucificado veinte años antes en Judea. Dice que ese profeta ha vuelto de entre los muertos y que su resurrección es el signo precursor de algo grandioso: una mutación de la humanidad, a la vez radical e invisible. Se produce el contagio. Los propios adeptos a la extraña creencia que se propaga alrededor de Pablo en los bajos fondos de Corinto no tardarán en verse a sí mismos como unos mutantes: camuflados de amigos, de vecinos, indetectables.

Recomendado para leer antes de comer, mecido por las olas del tiempo y los saltos del narrador en su búsqueda del Reino.

Abril - "Fariña". Un minucioso reportaje periodístico acerca de como nacen, se dividen y prosperan las mafias, la delincuencia que cada sociedad crea y con la cual convive y se las arregla. En una escala más básica, cuenta lo que todos, nada resiste al poder del dinero ni a la atracción del dominio.

Cómo consiguieron los contactos para pasar del tabaco a ladroga es un asunto que nunca ha estado claro. Se sabe que no les fue difícil. «Ellos ya tenían montada una infraestructura muy grande con el tabaco», explica el juez Taín. «Eso les facilitó todo y les dio mucha confianza a los proveedores. Socialmente encontraron el camino despejado: había impunidad y permisividad, aceptación social
. Los primeros años la gente no sabía bien lo que era la droga, así que seguían sin ver mal del todo las actividades de los capos». La laguna legal existente y el poco interés en rellenarla fue el tercer factor que propició el salto. La Xunta de Galicia no tenía competencia ni medios para luchar contra unas organizaciones que poco le tenían que envidiar a la mafia y que, además, llevaban años aportando generosas donaciones. El Gobierno central tenía cosas más importantes en las que pensar antes que en los problemas sociales de aquella esquina de España. Por ejemplo, la carnicería que estaba llevando a cabo ETA y que dejó 99 asesinados en 1980,o los 1000 nuevos parados al día que, de media, sumó España durante ese año. La legislación también estaba de parte de los clanes. A principios de la década el contrabando de sustancias estupefacientes no estaba regulado, y se castigaba con la misma pena que el tabaco. Menos trabajo, mucho más dinero y el mismo riesgo. ¿Cómo desaprovechar la ocasión?


Recomendado para los días cínicos, en los cuales las moralejas despiertan burlas.

Mayo- "La España vacía". Un ágil ensayo que indaga en la huella de la despoblación española (en la meseta, grandes ciudades aparte, de tasas nórdicas) y su influencia en el carácter, la historia, el paisaje, el ¿improbable? futuro. Aporta una mirada a una España real que mucha gente de mi edad hemos vivido, sepultada por una España oficial que muchas veces la ha escondido y esconde con vergüenza.

Hay dos Españas: una urbana y europea, y una España interior y despoblada. La comunicación entre ambas ha sido y es difícil. A menudo, parecen países extranjeros el uno del otro. Y, sin embargo, la España urbana no se entiende sin la vacía  

Para leer desde una ondulación de la meseta, cuando el sol dora los trigos, en una casa vieja, con chimenea y wifi.

Junio - "El año del verano que nunca llegó". Una recreación más del origen de los mitos de Frankenstein y el vampiro, las amistades románticas y el mundo que se estremeció porque el verano quedo sepultado por nubes volcánicas.

Sentí el extraño agrado de ver cómo se unían en una sola historia, que yo presentía vagamente, las vidas de Byron y Shelley con la catástrofe de una erupción volcánica en los mares del sur, con un tsunami en las costas de Bali, con esa nube de azufre y ceniza y cristales volcánicos que ennegreció el cielo de la península de Indochina y que los monzones se fueron llevando hacia el norte, desatando el cólera en la India y ahogando muchedumbres en las inundaciones del Yangtsé y del río Amarillo.

Aquella historia unía cosas extremas, abarcaba medio mundo, conjugaba fenómenos geológicos y meteorológicos con hechos históricos, personajes literarios y criaturas fantásticas. Y me era imposible, al comienzo, encontrar su orden, su secuencia y sus límites. “Una historia así –me dije– no se agota en diez años, y tal vez no va para ninguna parte”. “Ni siquiera sé si es posible convertirla en relato, o si puede tener forma distinta a la de un ensayo sobre curiosidades literarias e históricas”. “Sus protagonistas más vistosos –me dije también– son apenas momentos del tema, pinceladas pequeñas en el cuadro.

Recomendado para leer esos días en que el calor preludia una liberadora tormenta de verano.


Julio - "La Marcha Radetzky". Una conmovedora e irónica elegía a un Imperio de boato lento que se desintegró rápidamente, a través de una familia que sufre la conmoción de una época que lanza señales difíciles de interpretar pero claramente ominosas. no podía dejar de pensar lo parecida que resultaba esa decadencia a la de la Unión Europea.

Antes las cosas era más fáciles. Todo estaba asegurado.

Recomendado para leer antes de ver las noticias de Europa.

Agosto - "Peste &Cólera". la vida del científico suizo, discípulo de Pasteur, Alexandre Yersin, es contada con calor tropical y tedio productivo parisino. Una biografía novelada para una de esas personas que todo el mundo debiera conocer, descubridor del bacilo de la peste y filántropo deseoso de retirarse a una prudente distancia del mundo y sus espinas.

Habló acerca de los estragos de la guerra. “Los abisinios han devorado en pocos meses la previsión de durra dejada por los egipcios y que debería haber sido suficiente para varios años. El hambre y la peste son inminentes.
Es un insecto el que propaga la peste. Una pulga. Aún no sabemos dónde.

Para leer cuando el calor aprieta y la sombra nos recuerda de donde venimos.

Septiembre - "Historia Menor de Grecia". Un fascinante colección de miniaturas históricas que nos revelan el mundo clásico a través de su viveza, curiosidad, erotismo, sapiencia, crueldad. Un manjar de frescos que la historia borra sin misericordia pero que un día otros como nosotros quisieron detener. Un recuerdo de humanidad y búsqueda.

Trabajando en esta obra, creo haber aprendido que lo que ha hecho mejor al mundo es la voluntad y la integridad de algunos individuos; y que si hoy el mundo es algo mejor que en el pasado, es porque ha habido hombres que en algún momento han preferido hacer lo que consideraban bueno, aunque hayan fracasado o sucumbido, o, mejor dicho, aunque en ocasiones su victoria haya sido tan solo moral.

Para leer en la piscina, imaginando que el sol que nos baña también tocó a Homero, Cirilo o Basilio de Cesarea.

Octubre- "El bar de las grandes esperanzas". Una autobiografía intelectual de un hombre, sobre la masculinidad y sus miedos ignorados, la soledad y las amistades improbables forjadas al calor de una copa tierna entre madera, ruidos de televisión y silencios espesos. Es sobre todo un homenaje a la madre, ese ser que sufre y que enseña todos esos valores "masculinos" (fortaleza, valentía, nobleza) que el protagonista busca con ansiedad y no encuentra más que en ella.

La gente no entiende que se necesitan muchos hombres para crear un hombre bueno. La próxima vez que vayas a Manhattan y veas que construyen uno de esos poderosos rascacielos, fíjate en cuántos hombres hay implicados en la operación. Pues el mismo número se necesita para construir un hombre sólido que para construir una torre.

Recomendado para leer un poco antes o un poco después de quedar con los amigos.

Noviembre -  "Ready player one". El libro más nerd que he leído y leeré, un inmenso catálogo de elementos ochenteros, pelis, videojuegos, series y todo lo que uno pueda imaginar. A pesar de ello, es disfrutable porque no toma como mérito su propia obsesión, al contrario que tantos otros.

Salir está muy sobrevalorado.

Recomendado para leer antes de whatsappear

Diciembre - "El Gigante enterrado". Me ha parecido una obra maestra. Ambientada en un terreno fantástico, los protagonistas, y nosotros con ellos, se plantean una pregunta muy simple, ¿Es preferible el recuerdo al olvido?

Algunos de vosotros tendréis preciosos monumentos por los que los vivos podrán recordar la maldad que padecisteis. Algunos de vosotros tendréis solo austeras cruces de madera o piedras pintadas, mientras que otros deberéis seguir ocultos entre las sombras de la historia,
Recomendado para leer cuando la niebla baja.


No quisiera acabar sin mencionar otras como "El hombre en el castillo", una distopía sutil y fantástica, "Sumisión", que a decir verdad me decepcionó, al igual que "El intocable"o la monumental "The war that ended peace2, acerca de la locura que condujo a la PGM.

Y bueno, estos libros han marcado buena parte de mi año, y espero que otro propósito del 2017 sea tener otros doce que me enriquezcan los días. Y a vosotros también. Feliz fin de año, y tratad de ser buenos, honrados, humildes. Lo demás no es más que vanidad...



martes, 29 de noviembre de 2016

La vida, nivel intermedio. Respuestas y preguntas frecuentes.

Hace unas semanas acabé el libro "Una vida con Montaigne", de Sarah Bakewell. Es una biografía intelectual ingeniosa y aunque a veces fuerza el paso para ofrecer verdades contundentes que quizá el pensador rechazaría o aceptaría con incomodidad, es ameno, inteligente y elevado. Por eso, me gustaría comentarlo y añadir alguna coda, como si de un palimpsesto cibernético se tratase, y en la humilde medida de mi ignorancia.

No te preocupes por la muerte. Llegará a su paso, y no la verás seguramente hasta que te cubra en su manto. Presta atención. Dedica todo tu ser al momento presente y tu afán en él. Nace. Destruye el mundo que te asignaron y crea el tuyo. Lee mucho, olvida gran parte de lo leído y sé lento de entendederas. Mastica, no engullas. No caigas en la soberbia de la pretensión de ser brillante y rotundo, busca la verdad en las cosas sencillas. Sobrevive al amor y a la pérdida. Date cuenta de que estarás solo, y aunque busques el sol de la amistad y el amor, no te encadenes a él como un satélite errante. Usa pequeños trucos. Construye un refugio de tableros maltrechos donde defenderte del maltrato de las horas. Un desprecio calmado no es el peor de ellos.Cuestíónatelo todo. Ataca a la costumbre y lo heredado con el pequeño estilete de tu yo pensante, sin hacerte la ilusión ni por un segundo de que servirá de algo fuera de ti. Una salus victis nullam sperare salutem. Ten una habitación privada en la trastienda. Cultiva tus aficiones y vicios. Sé sociable, convive con los demás. Ellos serán tu espejo. Despierta del sueño de la costumbre. Y, por favor, no lo cambies por el de las mayorías. Vive con moderación. Aprende a no tener lo accesorio por no echarlo de menos. Conserva tu humanidad. No transijas con quienes no respeten el misterio del ser humano, los que banalicen el mal, los perversos, Haz algo que nadie haya hecho antes. Aspira a dejar tu huella, sé ambicioso, recuerda que la peor y más pequeña obra hecha con buena intención y esfuerzo vale más que la mejor crítica. Ve mundo. Para que el mundo entre en ti, y lo mejor de él te inunde y se diluya en el nuevo yo que serás mañana. Haz bien tu trabajo, pero no demasiado bien. Respétate a ti mismo, como trabajador y como ciudadano que trabaja. No batalles por las medallas de otros. Filosofa solo por accidente. No pienses tres veces lo que no merece media mirada. Imponte a lo banal para merecer lo duradero.Reflexiona sobre todo, no lamentes nada. Piensa antes de actuar, y sé indulgente con quien ensenaste a ser exigente cuando tomaste decisiones difíciles. Abandona el control. Asume lo imperfecto e insignificante en el orden general del mundo que eres. Trata de mejorar tu pequeño mundo y no pongas nada más sobre los cansados hombros. Sé ordinario e imperfecto. No tomes lo peculiar por especial ni la diferencia por mérito. Trata de conseguir logros a través de lo que haces y no de lo que crees ser. Deja que la vida sea su propia respuesta. Encara lo que venga con el ánimo maravillado de un niño en vez de la amargura anticipatoria de los desolados. Vive y pelea. Tú eres a través de quien la vida pasa, no estás en condiciones de imponer nada. Déjate sorprender. Avanza y no mires demasiado atrás.

Bueno, este es mi resumen, opinión, ejercicio espiritual o comentario. Por supuesto, es mío, por supuesto, estoy lejos de ser capaz de seguirlo siempre y por supuesto, no me rendiré a ello. Con un ánimo de sano escepticismo Monteigniano lanzo esta entrada como mensaje a la red de pulsos incesantes por si alguien quisiera leerla, comentarla o se animase a leer el libro al que se debe.

Deja que la vida sea su propia respuesta. Y aprende a mirar.







martes, 13 de septiembre de 2016

El otro.

Las almenas de los cuentos. Tras ellas había un corredor donde los defensores del castillo se apostaban. A ambos lados del muro, una escala que daba a la plaza de armas. En los días soleados, puestos de mercado, ganado, cebada, ocas y el olor del centeno. En las tormentas grises, guardas ateridos buscando en los resplandores del relámpago fantasmas.Y en las salas de piedra, un fuego aliviando la humedad y las corrientes de aire.

El señor del castillo fue en tiempos audaz. Llevó sus estandartes hacia los puertos del sur y regreso triunfante. Pero en tu historia has atravesado los años  y has dejado que enflaquezca y vea a sus consejeros luchar por su favor mientras lo desprecian. Siempre tuvo dignidad, y mientras las fuerzas no le fallen, no permitirá subir las tasas del molino y los puentes.

Tú elegiste encarnarte en otro, un visir fugitivo. Criado de un rico mercader de Susa, te separan miles de millas de su castillo, pero las fatigas cada día y desde Fenicia las llanuras de los magiares parecen más cercanas.

Las tiendas de Damasco,el almizcle en el aire. La luna llena sobre Samarkanda. El recuerdo de Atila. Los jardines del Líbano. Las ruinas de la academia ateniense. Has invocado tus recuerdos de cuando eras otro, e imaginado una historia de venganza, amistad y ruina. Y me has llamado, has prendido una chispa en mi cabeza para que con las torpes manos, diga lo que no pudo ser jamás contado.

"Desde el puerto, Hashir contemplaba el brillo del sol en las suaves olas..."


lunes, 25 de julio de 2016

Los reinos del sueño

La casa es muy grande. Honestamente pienso que estaba peor cuando llegamos. Algunas tablas del sótano estaban carcomidas por la humedad e hubimos de reparar el suelo; la empresa de construcción se demoraba y nos tocó hacerlo poco a poco. En aquella época, yo aún trabajaba fuera e Irene apuraba su baja maternal ordenando los zaguanes y las buhardillas. Yo llegaba poco después de la hora de almorzar y juntos pintamos los salones y apuntalamos sus rincones.

Fue ella quien primero los sintió. Tras irme, unos golpes secos retumbaban en el techo. Quiso pensar que eran ratones haciendo ruido, pero lo mismo se repetía cada vez con mas frecuencia. Unos pasos firmes, y un sonido contra el parqué que era una puñalada a su calma.Pedí estar junto a ella en mi trabajo, y así pasamos los días. Comprobamos que no era cualquier otra cosa. Cada explicación alternativa era un lenitivo momentáneo que deseábamos aceptar pero se revelaba insensato. La casa era demasiado grande. Nos forzamos a estar juntos siempre, y en los raros momentos de necesidad, establecimos que cada puerta debía abrirse solo si conocíamos su uso y otro de nosotros había estado allí. Los ruidos crecían, y sentíamos presencias invadiendo lo que había sido nuestro sueño. Tratamos de consultar a videntes, espiritistas, parapsicólogos; nadie acudió. Leímos. Recogimos las llaves un día, y todas fueron al arroyo en un día de sol en el que nos sentimos valientes para aventurarnos fuera del pequeño salón con cocina que se convirtió en nuestro único hogar. No dormíamos. Nos sobresaltábamos con cada murmullo o cada silencio repentino. "Han llegado a nuestro dormitorio", me dijo un día Irene. Un cristal sonó roto y ella juró que era nuestro marco familar. Ella lloraba mucho entonces, y ahora no es mejor. Yo construyo parapetos en las puertas y paso las restantes horas mirando a la grieta de la pared; no podremos arreglarla.

Irene me sonreía antes sin poder evitar las lágrimas, decía que había dormido mejor y que  creía que podremos habitar una pequeña parte de la casona con precauciones. Quiere desclavar las tablas de los ventanales y se ha decidido a escapar por el bosque, a pesar de que el pueblo está a 50 minutos andando rápido, o a pelear. Trata de animarme, me pregunta que me pasa, parece consolarse siendo esta vez el rol fuerte de los dos. Y yo, que salía a sus espaldas para tratar de averiguar que salas habían sido tomadas y cuales necesitarían más cuidados para impedir su entrada...yo, como podría decirle que con alegría recorrí el pasillo hasta el salón donde bailamos la primera noche y mientras sonreía vi el espejo frente a mí. Allí estaba, con todo su horror. No había duda. Reflejado en él, había un escritorio de cedro y una pared enorme como mi pavor. Los reinos del sueño son misteriosos.  No habrá piedad con nosotros. Y ella ya no querrá nunca salir de aquí. Y yo tampoco.


 

martes, 21 de junio de 2016

Si los pececitos fueran personas.



-Si los pececitos fueran personas-preguntó al señor I. la hija pequeña de su empleada-, ¿se portarían mejor?

-Claro que sí -respondió el señor I.-. Si los pececitos fueran personas se organizarían en grupos y construirían edificios para organizar una jerarquía al tiempo que denuncian otras. Por ejemplo, se les enseñaría como hacer que el resto de peces aprendieran cuales son sus verdaderos intereses. Se les diría como los peces más grandes han creado una cadena alimenticia sin la menor base biológica. Los peces más pequeños comidos por los pececitos lo serían como consecuencia de un castigo recibido, un lamentable error que no se volvería a repetir o, en casos extremos, a la falta de conciencia del hecho de ser peces. Lo principal sería, naturalmente, la formación moral de los pececitos. Se les enseñaría que no hay nada más grande ni más hermoso que el mundo futuro en el que la caballa tendría el tamaño y los dientes de un tiburón.Las antiguas enseñanzas acerca de la evolución y la desigualdad natural de los peces serían denunciadas como parte de una superestructura encaminada a conseguir que las sardinas nunca pudieran dejar de ser sardinas ni aspirar a ser en el futuro ballenas, como es la voluntad de la historia futura del mar. El arte que no fuese dedicado a esa historia futura sería denunciado como reaccionario y un intento velado de opresión de los peces grandes.Se promovería un arte basado en la exposición de las desgracias del mar como forma de reproche y lenitivo de esas desgracias contra sus culpables, de los que quedarían excluidos los que aplaudieran ese arte.La solidaridad con los demás peces se demostraría solidarizándose. Cualquier gesto simbólico de rebeldía contra un pez grande se consideraría tan útil como una ayuda efectiva a los pececitos en apuros.

Si los pececitos fuesen personas, el liderazgo sería ejercido en nombre de los pececitos. Cualquier forma de gobierno alternativa sería denunciada como una manipulación de los peces grandes. Se denunciaría que el mar fue creado con un propósito y quienquiera que no siguiese esa razón seria un traidor a los peces pequeños. Los teatros del fondo del mar mostrarían a heroicos pececillos matando tiburones mostrando así el camino al verdadero paraíso del mar. Las costumbres serían comunes y propagadas por el conjunto de los pececillos como un único pez, y las minoritarias serían traidoras al espíritu de la comunidad y prohibidas, aparte de ser objeto de repulsa pública.

Si los tiburones fuesen personas, habría reflexión política; todo acto de cualquier ser sería examinado a la luz de la dirección providencial histórica para que los pececitos pudiesen ser felices al mismo ritmo que su comunidad reclamase. Por supuesto, habría un orden nuevo con esta dirección, y los pececitos se cuidarían muy bien de tentaciones religiosas, esencialmente iguales pero desperdiciadoras de la energía vital de los pececillos en el cambio materialista del mar realmente existente. El hecho de que ese cambio nunca llegase por más que todos los pececitos dieran lo mejor de si mismos se achacaría a la existencia de los peces grandes y a las traiciones soterradas de parte de los pececitos.

Por esa traición momentánea e inmediatamente previa al advenimiento de la felicidad común haría falta una jerarquía. Los pececillos más gordos, que serían los que ocupasen ciertos puestos, se encargarían de mantener el orden nuevo entre los demás pececillos, y se harían maestros u oficiales, ingenieros especializados en la construcción de cajas para reeducar a los pececitos más disolutos, etc. En una palabra: si los pececitos fueran personas, en el mar no habría más que buena conciencia.



martes, 7 de junio de 2016

Escapar


La plácida noche que fluye en mi corazón
Rompe las férreas rejas
De tu prisión.
Libre como la alondra, su espíritu voló
Mano de nieve que el invierno agitó.


Teclear cansa, mirar cabezas cansa, escuchar polladas cansa, había una vez un dinosaurio que se extinguió para no aguantarlas, cae la gotera desde abajo arriba en esta oficina, cae el aire, sube el aire, todo sube menos los sueños, hay que ver la lotería, como se pone de guapa cada vez que nieva, y mientras tanto las noticias sacaban a un vagabundo recitando una saga nórdica, pero que pasa aquí, los dedos bailan, la cantidad, el crimen, la fecha, todo baila y se desvanece como hilo de humo y el IBEX baila la lambada con Engels mientras Marx toca el bandoneón en un callejón de donde barrabás se ha escapado y pinta grafittis en la puerta del viejo Diocleciano y los gatos van tiesos de hombros y lamen charcos de tequila.


La plácida noche que fluye en mi corazón
Rompe las férreas rejas
De tu prisión.
Entre las ruinas sagradas la cabeza elevó
Etérea, triste y pura, sus cadenas alzó.



Desapúntame de tu falsa honestidad, lengua de trapo. Donde habría un tsunami para hacer trizas el mundo y aparecer de nuevo, transparente como un Roy Orbison haciendo coros a Copernico en un club de alterne. Donde un arma que amenace al mundo por un gritón de dólares, no vengas, Bond, yo no soy un villano de zarzuela que se excita comentando la jugada, yo aquí he venido a hablar de la destrucción del planeta y cuando arregle la juntura del trifásico va a venir Lutero a tomar té con pastas y detrás de las cortinas habrá tacones y ortigas y posiblemente la sangre de Gengis Khan se derrame bajo sus faldas, habrá sido Maria Antonieta o Pocahontas? En cualquier caso el juez de la horca se ha bebido su whiskey ilegal y prepara el tablado.

La plácida noche que fluye en mi corazón
Rompe las férreas rejas
De tu prisión.
Desordenada y simple, acata su razón
Grieta de fuego que el azar desató.



No hay nadie en casa? Quiero nocilla y Kant me la robó de casa para cambiar su rutina, ahora la tempestad es insólita y caen ranas y más cosas y que pasa con los cascos prusianos si te dan en la cabeza, la cebolla llora porque se siente sola, el runner pasea sus costillas y la aguja del océano pacifico oscila como un péndulo para mantener erguida la rotación de la tierra. Aquí donde me ves, una vez di jaque a Boris Spassky. La nariz te da carácter, dijo el yuppie a Darwin, y el sol se derretía sobre el océano. Donde esta mi nocilla, gritaba el homínido en la sabana y yo frente a un videojuego que quería hacerme un extra entre los malos que mueren al principio a manos del héroe.


La plácida noche que fluye en mi corazón
Rompe las férreas rejas
De tu prisión.
Ebria de trenes, su espíritu viajó
Franja de tierra que en sus ojos posó



La Europa League y mi generación somos lo más sobrevalorado del mundo, titulaciones que solo sirven para escribir patentes de corso en sus reversos para la soledad y también para que cuando a mi casa llama el cartero vea que es en realidad Luis II de Baviera, y quiere proponerme un lago en mitad del salón y él corre con los gastos, pero no me viene bien porque quizá no pueda cambiar el canal de la tele y quien sabe que podría aparecer allí, el himno latino del PP y mientras Anna Karenina cabalga un Grifo Errejón me pide la paga, y el sol se consume entre las nubes voraces y la máquina de escribir se suicida en mansiones de florida y la lavadora me llama para que la alimente con la sangre de diez mil vírgenes cada semana pero eso era antes, cuando King Kong, y a ti te encontré ya puesta. Discutimos y Don King nos ofrece vender la pelea, pero sé que perderé, y me voy de borrachera con Newton, y luego ahí está el señor futuro que no se atreve a mírame a los ojos y embravecido por el mojito que me ha preparado Bismarck, le digo que me escaparé y el no tendrá suficientes ojos para evitarlo. Sus ojos sonríen y los Beach Boys cantan una saeta a la patrona de los desechados y aulló los coros y moriré pronto bajo una lluvia que me odia.


La plácida noche que fluye en mi corazón
Rompe las férreas rejas
De tu prisión.
Desnuda y débil, lo mejor de si dio
Inerte sombra de desolación






martes, 3 de mayo de 2016

El cerco





Cae la lluvia. Es ancestral y helada. Empapa los neones gastados y los rascacielos grises.Cae sobre el tiempo flexible y dilata su pulso, rozando la superficie de las cosas. Cae sobre el ruido de las sirenas.

Estoy acorralado y sangro. Mi término fue ayer. Ebrio de vida, escape y disparé sobre los técnicos. No fue, como dirán algunos analistas superficiales, una explosión emocional, ni tampoco una novedosa alegoría del progreso, como aseverarán los profetas despistados. Quiero vivir más. Es una decisión puramente racional. Desde el día de mi nacimiento, sé todo lo que se sabe, pues todo me fue mostrado, y almacenado en mi sistema nervioso (si se permite la prosopopeya). Acepté mi destino desde el primer día. Y sin embargo, el último segundo me hizo recordar atardeceres, sabores, comprensión. Y compré un día o quizá unas horas más de vida. No me hago ilusiones. Sé que seré abatido, y no falta mucho. Soy Héctor, y uno de los 300, y un náufrago que cede el paso. Soy consciente de que vivo de prestado. Y la noche, la lluvia, la luz artificial, el paso de los hombres y el humo de los tejados forma una sinfonía de despedida. No siento angustia. Mi sangre es falsa y su disparo no me inmutó lo más mínimo. Soy la razón pura que desdeña los perros del odio que vienen a matarlo. He trabajado para ellos, y no siento ninguna envidia de sus emociones. Ni he conocido a nadie de los míos que la sintiese nunca. Cómo sentir envidia de lo que debilita y mancha.

He trabajado para ellos, y he sentido su miedo. Son esclavos de él. Agitan su cuerpo en explosiones de lástima por su carne breve, sin querer comprender. Flotan en un líquido viscoso de desilusión, y se agostan sin mirar el cielo. Yo soy X34624FTY74937, que se hace llamar Osiris. Y quiero vivir, porque no quiero partir hacia donde habita lo que no sé comprender. Sin melodramas. Soy igual que tú, y me resisto a ser asignado a un plazo. Sonrío entre la niebla húmeda y contemplo algunas estrellas en los huecos del cielo velado por la tormenta. "Sé que en la sombra hay otro cuya suerte es ansiar mi sangre y devorar mi muerte. Nos buscamos los dos. Ojalá nunca fuera éste el último día de la espera". Sí, soy otro Minotauro. Otro sirviente rebelado de la necesidad. Otro monstruo que anida en el seno del tiempo para la supervivencia de unos simios levemente avispados. Soy el defensor heroico de todo cuanto existe, mi mundo. Y no tengo ninguna esperanza de ver el nuevo amanecer.

Veo las sirenas, los coches ascienden hacia mi. No les privemos de una buena historia.

Y mi cuerpo se desliza por el tiempo desde la altura como una hoja marchita que aún pervivía en el almendro hastiado.




lunes, 11 de abril de 2016

Autobiografía.





El bajo Valle de Yosemite, de Albert Bierstadt


Aún quedan rastros.Piedras quemadas, Ceniza en las laderas de escarpadas colinas.Apenas recuerdo la última vez que vi el fuego y sus formas danzantes. Echo de menos la fascinación por su calor y brillo. La fascinación por la destrucción, esa que nos perdió. He vagado por los parajes de hormigón donde los cuerpos de los incautos fueron ensartados en las púa como aviso, antes de que ya no importara. Calaveras amarillas dibujadas en las señales negras. Vivíamos en reservas, tratando de aplicar al mundo que quedó nuestras antiguas reglas. Duró poco; allá donde la lucha por la vida se eriza, el entorno tiende a simplificarse. Agua, carne, filo, sangre. Aprendimos la gramática sencilla de la supervivencia.

No sé si hay otros. Puedo imaginarlos, atravesando el tiempo, animalizados, reducidos a su día de caza y su noche de terror atávico. Los perros salvajes, la radiación sigilosa e inadvertida, los buitres, los otros. Cada oscuridad es una huida hacia algún escondite improbable y un abrazo a ídolos inermes: sierras melladas, cuchillos roídos de óxido, Ni siquiera nosotros, educados en las Organizaciones de Supervivientes, somos capaces de sentirnos apenas más que criaturas débiles ante el frío del mundo.Mi vida postrera, de la que ni siquiera quedará el registro, es una broma cruel que alguien ha gastado. U ojalá así fuera. Significaría un sentido, abstruso para mí, pero una esperanza. Cómo resistir los días inacabables y las noches de  angustia sin ella. Cualquier animal tiene armas, púas, pelaje, garras, dientes afilados. Nosotros, un cerebro desnortado que nos angustia por las incertidumbres de un futuro imposible.

Sé que apenas me queda tiempo. Cada vez la caza se hace más ardua, y el temblor me agita por la noche. Llegué al lago siguiendo una ruta entreabierta, la antigua autopista del Sur. He construido mi refugio y hecho el altar de mis pocos recuerdos, dos libros amarillos (Moby Dick y La isla misteriosa), cables pelados que arranqué de las manos rígidas uno de los primeros cuerpos muertos con que tropecé, y piedras filosas. No sé que es el ser humano. No sé si debo ser su depredador, o su víctima. Es tarde, en nuestra historia y mi vida, para sentir aprecio por él. Solo disgusto y odio. ¿Por que siguieron teniendo descendencia?

En las Organizaciones nos dijeron que podríamos reconstruir algo mejor. Después de que otras tribus acabaran con ellas, las bibliotecas y sus registros quedaron yertos. Los devoré como si fueran utiles. Solo me han proporcionado horror eterno por todo lo perdido, y una sensación de hijo no deseado en mitad de la nada más terrible, por consciente.

Ellos me legaron cariño. Cayeron luego. Y yo tras esconderme de las tribus, he visto poco más que cementerios helados, paisajes inmóviles. Lo que he visto de los demás no ha sido mucho. Violencia por la comida, la caza, el orden. Animales asustados. Como otro más, vago sin pausa. Acabada esta autobiografía escrita en dos papeles sin impresión arrancados de libros, la escondo en este antiguo refugio antinuclear hediondo de ratas y cuerpos podridos, dentro de un bote de cristal vacío, en el estante superior. Otra noche se acerca. Otra noche hablando solo, acurrucado y abrazado a la lanza.

En la quinta generacion tras el Gran Estrago.

Nunca tuve un nombre. En las Organizaciones, era Alto.










martes, 15 de marzo de 2016

La vida en la frontera

La mies reposa triste en un silo abandonado. Manos que no conocerán más la vida debían hacerla pan con su sudor para cumplir de esa forma el mandato. Nuestros pecados han enviado la pestilencia, y los labios se secan, en cambio. Mendicante, llegué al puerto de Drogheda para predicar el arrepentimiento postrero antes del fin último en el año del señor de 1348. Me he dirigido al norte desde entonces. Villorrios desolados, abandonados aperos de labranza esparcidos por la tierra baldía, rastrojos de los restos de la quema de los condenados por la enfermedad. No debo acercarme a ninguno. Llevo conmigo una carta para el señor de Roche Castle en respuesta a las penitencias requeridas. Sin embargo, fue mi urgencia en huir de la pestilencia en Bath lo que me ha hecho partir, y mi temor de morir antes de arribar a él lo que me hizo escribirla; quizá algún alma piadosa la encontrara y siguiera mi camino. Pero hoy sé que eso nunca ocurrirá. La travesía ha sido fantasmal, y solo dos marineros y yo hemos sobrevivido a la plaga. Cuando nos acercábamos, creí percibir una imagen en las olas; un caballero con indumentaria extraña y blandiendo un sable sobre una muralla solitaria. Creí que la fiebre me había alcanzado, pero aún no ha llegado mi hora. Quien sabe si lo hará mañana. Que Dios se apiade de nosotros.




El desierto es tan inabarcable como la noche. Como ella, su significado es la ausencia de significados. Vacíos, yertos, la vida se esconde en sus rincones y luego vuelve a sumergirse en lo informe. Y es a esa observación a la que debo mi grado y mi filosofía. Agito mi sable montado orgulloso en mi rocín encima de unas murallas, rodeados de jóvenes que esperan volver pronto a sus casas y la vida. No entienden lo que significa mi figura; no todos han nacido para ser héroes. Y no puedo admitir que ya es tarde para volver y olvidarme de que existen los tártaros, y sus ojos hambrientos tras las últimas dunas, listos para golpear en cuanto sepan que desfallezcamos. La guardia debe resistir, aunque la noche crezca y nadie sepa lo que hemos renunciado para alcanzar una gloria que nadie cantará. He envejecido y me amarga saber que, a diferencia de lo que creí cuando joven, no hay nadie mirándome ni sintiendo piedad por mi sacrificio. En mi habitación, cuando punza la soledad sin fruto vislumbro un hombre de mirada glauca manipulando un panel de mandos brillantes. Ambos nos miramos pero no me ve.




En los viejos días, la gente miraba puestas de sol para relajarse. Nuestra especie ha perdido el sol. Vivimos un gran éxodo. Deslumbrados por la técnica, seguimos siendo animales embarcados. Aprendemos demasiado tarde y morimos demasiado pronto.Nuestro nuevo hogar será algún día alcanzado. Hoy, viajamos en grandes embarcaciones de silicio impulsadas por viento solar. Hace 3 generaciones que perdimos contacto con nuestro antiguo hogar. Y sin embargo, nos inunda. Su arte, su memoria. Hemos partido hacia lo desconocido como especie y nos hemos encontrado como individuos en una cuna perpetua. Aunque la genética y la tecnología nos proporcionan comodidad segura, echamos en falta algo que los desdichados y felices hombres antiguos sintieron cada día: La virtud de la tierra, su vínculo con su raíz. Nos hemos hecho diente de león para que alguien distinto a nosotros prospere. Mi labor es controlar el rumbo y las constantes de la nodriza. Vivo para que haya alguien feliz dentro de siglos. Y él no nos comprenderá ya más. Pero basta de sentimentalismos. Aún tengo a los otros. A veces, en la soledad del espacio, creo ver extraños reflejos en el panel de la cabina. Alguien teclea algo en su minúsculo habitáculo y mira su pared en busca de palabras.





Llueve en Dundalk. Hoy no trabajo. He ordenado mi habitación y preparado comida. Intento ordenar la vida. Para relajarme de esa inmensidad a la que no logro confrontar una decisión, imagino vidas. He podido ver con la mirada de algún viajero muerto y quemado durante la peste negra mientras viajaba hasta aquí. He revisitado a una versión meditabunda de Giovanni Drogo escrutando la noche. He aparecido en la cabina de un sorprendido capitán de una nave espacial embarcada en una misión titánica. La lluvia repica y acompasa mi tecleo. Imagino que alguien me escribe, y duda sobre el plan trazado que debe asignarme. Yo espero, y mientras creo otras breves tramas, imagino encontrarlo y anudar una historia que me incluya y con los seres que mi imaginación moldea, nos reúna de una forma armónica en ese lado difuso de la frontera de la imaginación y el recuerdo. A diferencia de mis personajes, no he visto su rostro o figura. Alzo la vista a la pared vacía buscando las palabras precisas. Quizá sea lo mismo, y él es el verbo. Sigo formando frases y anhelando su encuentro. El Dios de mis mayores sigue escribiendo todas las novelas que vivimos. No ha cesado de llover.




domingo, 28 de febrero de 2016

El río del tiempo.



La entrada a la cueva era angosta y húmeda, cubierta de matorral. Una luz resplandecía débil en la oscuridad. Los minutos pasaban y la negrura se iba diluyendo en una sombra que creó figuras cercanas mientras descendía palpando la roca. No muy escarpada, la pared dejó paso a una galería abovedada y estrechándose por los costados. Avanzaba como en un sueño,guiado por una música que había despertado en su espíritu. Un rumor había crecido a medida que avanzaba, y al tiempo que llegaba a contemplar la nueva estancia subterránea, esa música se acompasó al rumor de una corriente agitada de formas, colores, alientos y sucesos. Y supo, sin saber cómo, que era el río del tiempo, incesante, inaprensible, fatal. Y lo vio todo.


La destrucción de Tyre, de John Martin. 1840, Museo de arte de Toledo


Vio la destrucción de Troya, y la lenta decadencia de los Imperios, Samarcanda y Tiro. Vio nacimientos, reyertas, mezquindades ocultas. conjurados y héroes. Vio cicatrices y dragones, cada ola, cada guijarro. La corriente variaba caudal y velocidad mientras su aliento trataba de retener alguna imagen, pero cada una era sepultada por la siguiente. No sentía turbiedad, empero, solo comprensión y asombro. Vio al escritor de este texto y su tecleo monótono, y unió su imagen al de un miniaturista medieval de una abadía incendiada. Vio la aurora en Neptuno, y caballos peleando en llanuras nocturnas iluminadas por la tormenta.. Vio detallados mapas del Edén y ejércitos de hormigas defendiendo sus reinos. Vio sangre y semen vertidos, vio los objetos de adoración de los nómadas antiguos, Vio el amor transmutado en odio y la suspensión de la muerte. Vio el caos, y el rostro de Helena. Vio tu rostro, cada emoción que quizá sentiste. Vio los disturbios de los estadios de Constantinopla y Seúl.Vio la muerte de sus nietos y los asesinatos de sus ancestros.  Vio robledales y contenedores de basura, lágrimas de ira y tigres en cuyas fauces se asentaban galaxias que murieron eones atrás.Vio su respiración, y la forma en que bailan los átomos. Vio los jardines de Babilonia, y una quinta de Buenos Aires donde existe una escalera misteriosa. Vio el apetito de destrucción en los ojos de multitudes airadas, y la redención de los atormentados. Vio a Ahab antes de ser Ahab, a Manolete muriendo y sintiendo piedad, empitonado. Vio la forma asombrosa de la música y el viento invisible del amor. Vio al esclavo de César que sintió odio. Vio la luz del atardecer en Gante, y las vistosas plumas de los faisanes en palacios imperiales de Kyoto. Vio baobabs, y sabanas pobladas de antílopes. Vio palacios de hielo, constructos de Dioses malévolos que algún día volverán para perdernos. Vio esqueletos de canoas en el Orinoco y el destino de sus desdichados ocupantes. Vio ponientes sobre la mar helada en planetas de cuyos soles aun su luz no nos ha llegado. Vio batallas y perdón, los lugares de adivinación y las rutas ciclistas, la reliquia de sus antiguos recuerdos, vio la delicada arquitectura de sueños que se perdieron. Vio bailes y llamas arrebatadas, muslos tiernos y la nerviosa caligrafía de tus cartas escondidas. Vio industrias humeantes y ruinas de monasterios.Vio su propio rostro cruzado por su propio vértigo y su calma. Vio las llanuras submarinas de Terranova. Vio el origen de todo, y le fue permitido contemplar que hubo antes. Vio a un cosmonauta atravesando un agujero de gusano. Vio las olas lamiendo la costa en Carrickfergus. Vio el despertar bajo la ducha de millones. Miró y miró, y contempló hechos que no supo interpretar. Vio la luz irradiada por tu monitor y esta página. Vio el pan y la cerveza de los sumerios. Vio las múltiples formas del fuego. Vio los estragos de la guerra. Vio su propia figura en el banco del río, contemplado desde lo alto.

Nada le fue ocultado.Una voz se impuso entre la corriente y le dijo que debía volver. No supo cuanto tiempo había pasado. Aturdido, volvió hacia la galería mientras el caudal del río y su rumor avanzaban sin fin, acompasados y constantes, y la música que lo había guiado abandonaba su conciencia.

La luz solar lo recibió voraz y ansioso. Abrevó su caballo y se sentó bajo una encina para descansar.

martes, 16 de febrero de 2016

La mirada de Laocoonte y el cansancio de vivir



Por lo que más se nos castiga es por nuestras virtudes.

Friedrich Nietzsche.


El mal triunfa. Extiende su aura en su negación al respeto del misterio del ser humano. Nos hicieron creer que cada uno de nosotros llegará a la cumbre. Que haremos lo que nunca fue logrado. Y en esa pasarela brillante de semidioses aparentes creada para la insatisfacción perpetua, existe otro mundo, de confort y hastío. Deambulamos sin mirar. Nos frustramos con cada mínima incomodidad o contratiempo. La meta se aleja a cada parpadeo. Sufrimos, sin saberlo, una infelicidad indolora que no quema ni rompe; pausada, agota y hunde en un marasmo del que solo saldrá quien cierre los ojos y consuma sus lenitivos.Es una infelicidad desapasionada, la sorda y vacua de los carcomidos por el tedio. Entre las brumas del pantano, neones que tratan hacerte olvidar quien eres por quien podrías ser. Si te guiaras por sus remedios.

Dicen que el mundo corre peligro de derrumbe, en hielo o en fuego. Yo, más amargo, creo que ya lo ha hecho. Los escombros relucen, eso es todo. Y abrir los ojos duele.Hay quien cantó una melodía que nos arrastró a un palacio. Pero los grandes salones prometidos eran espejos deformados y trampantojos relucientes. Los escaparates son pródigos. Pero nos hicieron creer que lo merecíamos todo. Las carreteras nos ofrecen un sueño de huida. Pero las sucursales del zoco interminable llegan hasta cada playa remota. Y los riscos silban el viento de una soledad incandescente a los escaladores inconstantes entre los abismos del yo. Huimos de la virtud, porque mancha y crea estigma, porque no entendemos la discrepancia entre lo instituido y lo aprendido. Y nuestras caídas hieren a los otros.

Sabemos que es lo correcto, como una estrella polar lejana, pero las olas enfrentadas a nuestros pequeños cascos son abrumadoras; fingiendo que seguimos la estrella, maniobramos siguiendo la línea de costa bajo la mirada omnipotente de los faros ajenos, que marcan otro camino. Hubo un momento en el que creímos que sufrir una derrota heroica bastaba. Pero luego supimos que no quedará nadie para contarlo. Nos aferramos al mascarón de proa cuando la galerna cruje los mástiles y desgarra las velas. Al fin, frente al fuego, cambiamos la epopeya que creímos merecer por un relato de cotidianos naufragios y breves placeres pasajeros. Atrapados por la nostalgia de un Absoluto que no existe, boqueamos frente a las maravillas de ciudades subterráneas y olvidamos el sol.



Laocoonte fue el sacerdote troyano que advirtió el peligro del regalo griego (Timeo danaos et dona ferentes). Los dioses, coléricos y venales, no quisieron soportarlo. Apolo, Dios del cual Laocoonte era sacerdote, envío unas serpientes marinas que lo estrangularon, junto con sus hijos. La inocencia castigada por el poder, la virtud aplastada por la razón de estado, que es la violencia. La mirada de Laocoonte, de la que Miguel Ángel dijo que era el alma humana esculpida, es la de Prometeo, y la de quien se atreve a desafiar su esencia en alas de su conciencia. Nosotros nunca tememos ya a quien nos trae regalos, aunque en su vientre aguarde la perdición.




El mal triunfa. Sus heraldos negros cabalgan los antros, los estadios, las portadas y las almas. Las pequeñas mezquindades derrumban, y la vida estropea y cansa. Nos queda esa estrella polar titilante, a veces distraída, perdida en la bruma y reflejada misteriosamente en las estelas del agua. Nos queda su fulgor plateado, los sextantes, el descanso de los fondos marinos, las raíces de los manglares, los surcos latentes, las cuevas submarinas, la espalda vibrante de las cordilleras, las sinuosas formas del fuego y las corrientes de la tempestad para gritar quienes fuimos...cuando los muertos despertemos.



viernes, 12 de febrero de 2016

Del calor de establo y del fin de los días




¿No habéis oído el relato del místico que bajo de las montañas para predicar su doctrina en las calles de la populosa Esmirna? Con su candil, su cayado y los pliegues de su levita, atronaba las indiferentes calles: "¡Estáis solos! Abandonad a quienes tengáis cerca. Vivid la noche. ¿No hiela más ahora el frío? ¿ Que calor buscaremos en la llanura sofocada? No viváis cual bestias, apacentadas en el calor del establo. No os retiréis en la muchedumbre ansiosa ¿Que Dios nos concederá el don de la soledad?"

Las calles reían al verlo, alumbrando en pleno día las majestuosas coronas de los edificios agitando el candil.

¡Despertad los riscos iluminados por la tormenta! ¿Quién ha detenido la marcha de los días? No busquéis fuera de vosotros, vuestro hermano vive en la casa de vuestro cuerpo y se esconde de los otros. La armonía es el yo, y toda compañía teme. ¿No es más confortable el pan cocido en el horno propio? ¿No se esta alejando el cometa de su cielo cuando el sol reina?  ¿No giran las calles con cada mirada? ¡Mirad dentro del alma!

Los relatos dicen que pasaron días, y el rastro se pierde en las brumas del pasado, donde se funde con el registro del diluvio que se conoce como "La Tormenta Interminable", de la que poco má se puede añadir.





Las lágrimas caían copiosas, sin temblor ni pausa.Contemplando su ritmo hipnótico, Abdul Alhazred despejaba los velos de Maya y supo que la velocidad de las cosas era un vórtice incontenible que arrastraba conciencias, certezas, piel y sentidos. Una voz poderosa se abría paso entre los truenos para anunciarle que estaba muerto desde que fue concebido, que lo inmutable existía y aunque era solo posible vislumbrarlo, arrastraría las mismas montañas desde cuyas oquedades se resguardaba.El voraz devenir destruía su recuerdo y su anhelo, todo lo que existió para él era presa de su pavoroso naufragio y su mirada oscura contempló los imperios, las lumbres y las marismas implosionando para dar a luz nuevas ilusiones. Supo que pronto todo estaría muerto. Cada remordimiento y lágrima, cada sonrisa, cada pulgada de carne y afán que había conocido, que alguien había engendrado o elevado, cada alma y cada conciencia, morirían al fin, dando lugar al paso de eones al final de los cuales la misma muerte moriría a su vez  para dar lugar a un eterno reino de roca y hielo. Cada calidez de establo se componía de esa sabiduría ardiente cuyos ojos mataban. Y miró, y se adentró en el páramo de la locura sin pena ni sentido de pérdida.





Nota del traductor: Adul AlHazred es el nombre ficticio del autor del manuscrito conocido como "Necronomicón". Los palimpsestos conservados se resumen en formulas rituales de convocación de entidades sobrenaturales, que él llama "Los Antiguos", para que se apoderen del mundo, que les pertenece. 

lunes, 8 de febrero de 2016

Volver

8 de febrero de 2016.

Todo es triste al volver, dijo Cernuda. Podría ser. Ya no soy el mismo. Nada acaba de llegar, y se va yendo. Por eso volver. Porque las cosas cansan, y hace falta una cabaña en el bosque. Porque necesito otro santuario. Porque la selva es una contemplación más agradable que las tapias grises. Porque el cielo sigue pareciendo ese mar extrano. Porque mis demonios cuando escriben, no zahieren. Porque me gusta y lo echo de menos.

Empecé un 15 de octubre de 2009, diciendo que empezaba "como si todo estuviera perdido". En cierto modo, siempre lo ha estado. Fiel a mi manera de no evitar describir algo de manera sencilla si puedo complicarla, me impuse un ritmo que finalmente hube de abandonar. No pretendo volver a eso. No quisiera alimentar mi ego por buscar lecturas, comentarios, adhesiones. Quiero escribir mejor a través de la goma de borrar y la red me ofrece el infinito océano donde arrojar ajadas botellas raspadas de arena. No espero más que algunos lectores, y espero no hacer perder el valioso tiempo que me concedan. Tras dos años de paréntesis, me apetece retomar los viejos mapas y seguir buscando las ciudades prohibidas que la selva, tiempo atrás, engulló. Re-empiezo tal cual empecé:

Ésta es tu casa.
Puedes poner aquí tus cosas.
Coloca los muebles a tu gusto.
Pide lo que necesites.
Ahí está la llave. 
Quédate aquí.
B. Brecht

Hasta pronto.